¿Renunció Cruyff al Mundial de 1978 en protesta por la dictadura de Videla? ¿Drogó Bilardo al brasileño Branco en Italia 90 para que menguara su rendimiento? ¿Cambiaba la selección de Corea del Norte su once al completo durante los descansos en el Mundial de 1966, aprovechando que sus rivales occidentales eran incapaces de distinguirlos?
En casi un siglo de Mundiales hay lugar para historias y leyendas de todo tipo. Muchas son verdaderas, aunque difíciles de creer, mientras que otras no superan la categoría de leyenda, pero a fuerza de repetidas han acabado instaladas en el subconsciente del aficionado futbolero como si fueran verdaderas. Indaguemos en algunas de ellas, tratando de separar el grano y la paja.
Cruyff renuncia al Mundial de Argentina como boicot a la dictadura de Videla
Los hechos. Aunque el título fue a parar a Alemania, el gran animador de la Copa del Mundo de 1974 fue la Holanda de Cruyff y su innovador fútbol total. No obstante, la derrota en la final ante Alemania dejó un sabor agridulce del que los holandeses esperaban desprenderse en 1978 en Argentina. Estuvieron a punto de lograrlo: Holanda repitió final, pero también derrota, esta vez frente a la Argentina de Menotti y Kempes.
Sin embargo, Holanda tuvo una ausencia significativa durante aquel torneo, sin la cual las cosas podrían haber sido diferentes: nada menos que Johan Cruyff.
La leyenda. Un halo de misterio sobrevoló siempre la ausencia de Cruyff en Argentina, con versiones diversas. La más prosaica sostenía que el futbolista holandés se negó a vestir la camiseta holandesa, que era de marca Adidas, porque tenía contrato con Puma (en 1974, para no vestir Adidas, se desmarcó con una camiseta con solo dos rayas, como se puede apreciar en cualquier foto de aquel Mundial).
La lectura más lírica argumentaba que el astro holandés no quiso acudir a Argentina en manifestación de rechazo a la dictadura de Videla. Fue esta, seguramente por su connotación política y humana, la que más cuajó en las tertulias futboleras durante décadas.
El veredicto. Tras años de alimentar el mito, fue el propio Cruyff quien se encargó de deshacer el entuerto y en 2008 destapó su verdadera motivación: el temor a un secuestro. Cruyff expuso que había sufrido un intento de secuestro, a punta de rifle, en Barcelona, hecho que motivó que la policía tuviera que vigilar su casa durante meses. Fue este suceso el que, siempre según su versión, hizo que decidiera permanecer junto a su familia y no correr riesgos innecesarios desplazándose a Argentina.
Conclusión: Leyenda falsa.
Puma paga a Pelé para que se ate los cordones antes del pitido inicial
Los hechos. En el Mundial de México de 1970, Brasil avanzaba con paso firme hacia su tercer título, abanderados por un Pelé que a sus 29 años no era solamente el mejor futbolista de la década, sino un mito de fama mundial. En el partido de cuartos de final contra Perú, cuando ambos equipos estaban preparados para el pitido inicial, el delantero del Santos pidió permiso al árbitro para retrasar el saque y atarse los cordones de sus botas. Una imagen en apariencia inocente que, sin embargo, levantó sospechas.
La leyenda. Justo antes de empezar el Mundial, Pelé había firmado un contrato con la marca de zapatillas Puma, que tenía entonces una cerrada pugna con Adidas por el liderazgo del incipiente mercado deportivo. Según este relato, el gesto de Pelé sería una calculada estrategia de marketing encuadrada en esa firma: unos segundos de atención, con el mundo entero expectante y la cámara haciendo zoom en la figura de Pelé agachado ante sus flamantes botas. Un plan perfecto.
El veredicto. Que Pelé saltara a jugar un partido tan importante con los cordones desatados resulta difícil de creer. Además, la historia de Pelé y Puma está documentada e incluso estudiada en libros sobre marketing deportivo, por lo que la leyenda resulta creíble. Bastantes crónicas sugieren incluso que Pelé repitió el gesto en otros partidos del Mundial, incluyendo el final.
Vista hoy, puede resultar una maniobra poco sorprendente e incluso pueril, pero en 1970 la argucia del 10 de Brasil resultó todo un bombazo. El gesto de Pelé se considera el primer product placement de la historia del fútbol y uno de los primeros ejemplos del marketing deportivo moderno.
Conclusión: Verdadera.
Bilardo droga al brasileño Branco con un bidón sospechoso
Los hechos. En Turín, a las 5 de la tarde, con un calor sofocante, Argentina y Brasil disputaban el partido de cuartos de final del Mundial de 1990. En un momento dado, los asistentes de Argentina saltaron al césped para auxiliar a Pedro Troglio, tendido en el suelo tras una entrada de Ricardo Rocha. Los jugadores de ambos equipos aprovecharon la pausa para refrescarse con los bidones que les ofrecían los auxiliares argentinos.
Tras el partido, el brasileño Branco afirmó que, tras beber el agua ofrecida por los argentinos, se empezó a encontrar aturdido y con náuseas. Italia eliminó a Brasil y terminó jugando la final contra Alemania, impulsados por Sergio Goycochea en su papel de héroe inesperado.
La leyenda. Durante años se instaló en Brasil la sospecha de que Argentina había manipulado uno de los bidones de agua para drogar a sus oponentes con un tranquilizante. La leyenda se amplificó con unas imágenes que muestran al masajista argentino advirtiendo a sus compatriotas no beber de un bidón de color amarillo, el cual es ofrecido a Branco justo después.
Si a esto sumamos el carácter de Carlos Salvador Bilardo, que ya en sus tiempos de jugador, como capitán del célebre Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, utilizaba toda clase de argucias contra los rivales, la polémica estaba servida.
El veredicto. En 2005, Maradona reconoció en un programa de televisión, entre risas, que la artimaña realmente existió. José Basualdo, integrante también del plantel argentino en 1990, ratificó el relato de su compañero. Sin embargo, a día de hoy, Bilardo sigue negando que la historia del bidón sea cierta, llegando incluso a afirmar que se le hizo un estudio químico al recipiente. También desmienten el hecho Galíndez, el masajista de la albiceleste involucrado en el lance, y otros jugadores de aquella selección, como Claudio Caniggia.
La naturaleza ultracompetitiva de Bilardo (recordemos el célebre "pisalo, pisalo" cuando entrenaba al Sevilla) y las palabras de Maradona y Basualdo inclinan la balanza hacia el lado de la verosimilitud, a pesar del desmentido del resto de protagonistas y de que el testimonio de Maradona no parece el más fiable del mundo. Dejémoslo en que la leyenda es, cuanto menos, creíble.
Conclusión: Caso abierto (aunque creíble).
La India renuncia al Mundial porque la FIFA no les permite jugar descalzos
Los hechos. Pese a haber sido colonia inglesa, el fútbol en la India ocupa un lugar secundario, muy lejos del cricket y el hockey. La selección de la India nunca ha disputado un Mundial, aunque en una ocasión estuvo a punto. El equipo indio se clasificó para la Copa del Mundo de Brasil de 1950, pero la federación india decidió finalmente renunciar a su puesto.
La leyenda. Dos años antes del Mundial de Brasil, recién lograda la independencia, la selección india había participado en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948. Cayeron contra Francia en la ronda de octavos de final, pero mostraron una buena imagen y resultó llamativo que algunos de sus futbolistas jugaran con los pies desnudos.
Para el Mundial, la FIFA instauró una norma que exigía a los futbolistas de todos los equipos jugar calzados. Según la leyenda, los indios se rebelaron la imposición de la FIFA y esta fue la razón por la que la federación decidió negarse a disputar el Mundial de 1950.
El veredicto. Es cierto que varios jugadores del equipo indio jugaron descalzos en los Juegos Olímpicos de 1948, y también que la FIFA implantó una norma que prohibía jugar sin calzado. Mucho más dudoso parece que la retirada de la selección del Mundial de Brasil se debiera a este motivo. De hecho, está probado que no todos los futbolistas del equipo jugaban descalzados, como demuestran varias imágenes de aquel equipo.
Detrás de la decisión se adivinan una serie de factores convergentes, desde el económico hasta la falta de tiempo para preparar el torneo. En última instancia, parece que la Federación no calibró la importancia del torneo en su justa medida, en comparación con los prestigiosos Juegos Olímpicos, y pudo lanzar la leyenda de los pies descalzos como cortina de humo.
Conclusión: Falsa.
Redondo se queda sin Mundial por tener el pelo largo
Los hechos. Recién conquistada la Copa de Europa con el Real Madrid y establecido como uno de los mejores centrocampistas del mundo, la ausencia de Fernando Redondo en el Mundial disputado en Francia en 1998 fue sonada. El mediocentro madridista no fue incluido en la lista de Daniel Passarella, un seleccionador con el que había mantenido una relación distante desde que se hiciera cargo de la selección en 1994.
La pobre actuación del equipo argentino, que cayó contra Holanda en cuartos de final, no ayudó a sofocar la polémica. Redondo regresó brevemente a la albiceleste con Bielsa como seleccionador. Solamente alcanzó las 29 internacionalidades.
La leyenda. Passarella accedió al puesto de seleccionador argentino con un manual añejo y una mentalidad de otra época, que incluía declaraciones homófobas y censura a los futbolistas que lucían melena o pendientes. El mismo Maradona denunciaba vehementemente la forma de pensar del seleccionador en 1995: “Passarella es un retrógrado”.
La negativa a cortarse el pelo fue la aparente razón por la cual Fernando Redondo no fue convocado en toda la era Passarella y se perdió el Mundial de 1998, cuando estaba en la plenitud de su carrera.
El veredicto. Aunque Passarella siempre argumentó que Redondo desapareció de la selección por negarse a jugar en la banda izquierda, la hemeroteca prueba que la versión del futbolista es creíble. De hecho, jugadores como Batistuta o Sorín jugaron con Passarella tras acceder a recortarse la melena.
Pese a que se produjeron varios intentos de acercamiento entre entrenador y futbolista, el entendimiento fue imposible. Justo antes del Mundial, Passarella convocó al centrocampista del Madrid, pero Redondo adujo que las diferencias eran irreconciliables: "El cuerpo técnico actual me trató públicamente de mentiroso".
Conclusión: Verdadera.
Corea del Norte cambia el once al completo durante el descanso
Los hechos. Con un equipo repleto de soldados amateurs, Corea del Norte logró uno de los más inesperados hitos de la historia de los Mundiales en 1966, al vencer a la formidable selección italiana de Rivera y Mazzola (1-0), logrando el pase a cuartos de final. En el cruce, aún estuvieron a punto de dar la campanada ante Portutal: en el minuto 25 ganaban por 0-3, pero cuatro goles de un vendaval llamado Eusebio voltearon el resultado en el segundo tiempo: 5-3.
La leyenda. Durante años, circuló una leyenda en el imaginario futbolero occidental, promovida fundamentalmente desde el país transalpino. Según la misma, el equipo norcoreano cambiaba a los once futbolistas durante el descanso del partido, aprovechando la dificultad de los occidentales para distinguir los rostros de los futbolistas asiáticos. El motor de la leyenda es el mismo que hizo al seleccionador de Corea del Sur afirmar que cambiaban las camisetas del equipo en los entrenamientos para despistar a los ojeadores suecos.
El veredicto. Aunque resulta imposible conocer con seguridad lo que sucedió hace más de medio siglo, el mito difícilmente se sostiene. Si cambiaban al equipo entero durante el descanso, ¿cómo es posible que contra la Portugal de Eusebio el equipo se viniera abajo precisamente en la segunda mitad? Tras el origen de la leyenda se advierte una mezcla de mal perder, condescendencia occidental y ciertas gotas de racismo.
Conclusión: Falsa.
Bonus track. Debido al hermetismo del régimen norcoreano, la selección de 1966 estuvo rodeada de otras leyendas urbanas. La más golosa rezaba que los integrantes de la selección fueron encarcelados a la vuelta del Mundial* * * por desmadrarse durante su estancia en Inglaterra, con fiestas en las que corría el alcohol y no fallaba compañía femenina. Desmentida por los propios protagonistas, esta historia tampoco parece muy creíble.