La Barbie rubia y californiana que conocemos tiene una pariente en Portland. Bebe café con dibujitos en la espuma, vive en Portland, usa gafas de pasta que no necesita y define su vida como auténtica. No, no hablamos de una persona, sino de una muñeca que ha conseguido 600.000 seguidores en la última semana. ¿Cómo? Riéndose de los estereotipos.
Empezando por el nombre: Socality es una especie de movimiento evangelista hipster, que te mete en el mismo párrafo "Dios" e "influencers" y que se expresa -entre otras vías- por Instagram. Su misión es el amor, y lo van a conseguir con selfis de frapuccinos y un montón de hashtags. Esta Barbie se ríe de eso, del slow living de Kinfolk, y de toda la modernidad exacerbada de la red fotográfica.
"¿Podría ser más auténtica?"
Socality Barbie apunta a todas esas cuentas que tienen que colocar las cosas en la mesa antes de poder hacer una foto (cenital, por supuesto),
a aquella moda de piernas-salchicha de 2013 en adelante
los intensitos de Murakami y Wong-Kar Wai que se quedan en paulocoehlos,
y a las andanzas de esas parejas que están todo el día viajando y no se sueltan de la mano ni para ir al retrete:
Casi todos los dardos con una diana común: la estética #vscocam y pulidísima promovida por la revista Kinfolk, con vidas y situaciones tan artificiales y prefabricadas que podrían ser de plástico. Un estilo de vida visual que la persona anónima que creó la cuenta definió a Wired como "bello, pero deshonesto. Nadie vive así. Y se ha hecho tanto [en Instagram] que resulta aburrido". Socality Barbie es un espejo a tener cuenta: el de los instagrameros que nunca comerían callos porque no se les puede sacar fotos cuquis.
Otras Barbies virales
Hay otra Barbie popular estos días, pero en la vida real. Se trata de Tara Morgan, que no tiene nada en común con la muñeca de Mattel ni con su prima instagramera. Es una estudiante de Texas que ha perdido la licencia de conducción por negarse a hacer una prueba de alcoholemia al volante.
¿Su solución para ir a clase? Meterse en Craiglist y comprar el Jeep de Barbie. Un monstruo eléctrico con una batería de 12 voltios con una velocidad máxima de ocho kilómetros por hora. Sed testigos:
Sobre el físico imposible de Barbie y los problemas a los que puede inducir se ha escrito e investigado bastante, pero Nathan Lamm quiso ponerle remedio el año pasado. Gracias a la "Barbie Normal", la Lammily -sí, le ha puesto su nombre a la muñeca-, una muñeca con medidas más normales que cuesta 25 dólares y que, por seis dólares extra, incluye pegatinas con estrías, acné y otras marcas.
¿Funcionó como competencia? No exactamente. Barbie ya no es la reina de las muñecas navideñas pero porque Elsa y Anna de Frozen se han comido el mercado. Quizás también influye que la Barbie oficial dedique su cuenta de Instagram a hacer campañas publicitarias de marcas y looks del día como una bloguera de moda más.
Pese a sus más de 900.000 seguidores en Instagram y los más de 7.000 seguidores en LinkedIn -oh, dios, una muñeca rubia tiene una red profesional de contactos mejor que las nuestras-, Barbie ha seguido cayendo en ventas: un 11%. Y en la marca discuten cómo "hacerla relevante otra vez". A lo mejor debería abandonar su imagen de chica buena y fijarse en modelos personalizados -customs- más rebeldes. Como la que se encargó Miley Cyrus para este "selfi" con 315.000 "me gusta":